Estos son algunos de mis videos de mi canal "cheluprimo" en YouTube

Nuestro sol en tiempo real

Nuestro sol en tiempo real
Foto sonda espacial SOHO-NASA

Vuelo por la llanada

jueves, 29 de abril de 2010

Helando el calentamiento

Este es un tema interesante a la par que polémico. El calentamiento global humano, para mí y para muchos, es un fraude. Desde mi punto de vista es uno de los muchos intentos por controlar a la población con el miedo. Teniendo en cuenta que en los tiempos que corren es muy difícil controlarnos gracias a la religión, no creo necesario explicar el poco poder que ostentan hoy en día, los que nos gobiernan tienen que innovar y lo llevan haciendo unos años.

Es interesante observar como utilizan los datos climatológicos a favor de acrecentar y alimentar el miedo en la población, para luego aprovechar la coyuntura creada y llevarnos al saco, dirigiéndonos cual borregos al corral. Al suyo naturalmente y es que la ecología vende; lo verde, vende aun más y vendados estamos todos para no verlo.

Por supuesto el miedo lo controlan ellos, que todo lo saben, a golpe de monedero. Del tuyo naturalmente, no creerías…

lunes, 19 de abril de 2010

Caos volcánico

Miles de vuelos cancelados, miles de vidas afectadas, miles de reuniones truncadas por un volcán de nombre impronunciable que me niego a escribir por miedo a que se me enganchen unos dedos con otros.

¿Cómo es posible que un organismo como Eurocontrol, que se supone fue creado para controlar la seguridad de los vuelos, haya terminado creando un caos total en los aeropuertos de medio Europa? 

La respuesta es muy difícil de encontrar, aunque estoy seguro de que en breve se pedirán muchas explicaciones; incluso creo posible ver alguna que otra cabeza rodando.

domingo, 18 de abril de 2010

Intervención

Se levanto a eso de las tres de la tarde. Le dolía todo el cuerpo, como es lógico después de catorce horas de sueño. Cuando se metió en la ducha, al enjabonarse comprobó que una vez más le dolía el cuello. “Tengo que cambiar de almohada, de hoy no pasa”. Todas las mañanas pensaba lo mismo, y sin embargo nunca lo hacia.

Comenzó a limpiar los restos de la fiesta de la noche anterior. Tenía vagos recuerdos de la última hora, pero eso era ya algo habitual. “Ninguna fiesta es buena sin alguna que otra laguna”. Así pensaba ella. Eso era lo normal.

Mientras limpiaba el baño, encontró un condón dentro de la taza y pensó: “Vaya, finalmente lo hicieron. Y mira tú por dónde, que no se les ocurre otro lugar donde tirarlo que en el único sitio en el que flota; menuda ocurrencia” Lo cogió con la mano y tiró de la cadena. “Je, je, alguien tubo un gatillazo anoche” Pensó mientras miraba aquel trozo de látex vacío. Se lo llevó a la cocina con el brazo estirado hacia delante y con un trozo de papel higiénico en la otra mano para que no gotease.

Cuando tiró el condón a la basura, sintió algo que habitualmente solo sienten las mujeres. Alguien le estaba mirando el trasero. “No le culpo, quizás debería haberme puesto algo menos sugerente que este tanga al salir de la ducha”. Pero cuando giró la cabeza hacia la ventana, no vio a nadie.

Vivía desde hacia dos años en esa casa. Era una vivienda unifamiliar, como la describió el propietario. Un criadero de termitas adosado a la casa de los “Monster” era como lo describiría ella, si alguien le preguntase. Solo tenía un piso, mientras que todas las demás de aquella calle, tenían como mínimo dos e incluso dos y ático. Pero la casa que tenia enfrente, la de los “Monster”, era un caserón abandonado de tres pisos que alguna vez había sido una verdadera mansión con estilo.  En todos los ventanales excepto el que daba al porche, se veía aquella casa digna de un libro de Stephen King. Al lado contrario estaba el garaje, así que no había ventanas.

Aunque no era habitual en ella, se sintió avergonzada de ir por la casa en tanga y sujetador así que fue al armario y se puso una camiseta. Cuando se miró al espejo que estaba en la puerta de su habitación, volvió a sentir esa sensación. Giró su cabeza y...

Solo vio moverse las cortinas, pero para ella eso era suficiente. Se había sentido observada toda la mañana, y ahora por fin veía que estaba en lo cierto. Alguien la miraba a través de aquellas cortinas. Lo más inquietante era que nadie vivía en la casa de enfrente desde hacia tres años...

jueves, 15 de abril de 2010

Enalteciendo el claxonazo

Vitoria-Gasteiz, las 15:18 de la tarde. Me dirijo hambriento hacía mi casa conduciendo a través de la calle Madrid. Llego a  la rotonda y dejo la avenida Juan Carlos I a mi derecha. El semáforo tras la rotonda esta verde, me coloco en el carril izquierdo porque hay una furgoneta en el derecho y acelero. Me sumerjo en el túnel de la susodicha calle. Tengo un monovolumen negro ante mí a unos diez metros y juntos atravesamos el túnel y comenzamos a ver la salida. ¿¡%$EEEEEEEEHHHHHH%&??!!!!!!! pero que....¡CO....oneeees! Frenazo del monovolumen con salida de humo de las ruedas incluido. A través de sus cristales comienzo a observar atónito la causa del frenazo. Pulso las emergencias y una décima de segundo después mi bocina suena a todos los decibelios que da. El monovolumen esquiva el obstáculo y sigue su camino sin un solo pitido, sin bajar la ventanilla, sin llamarle de todo al maravilloso jardinero que ha decidido cruzar con su estupendo cortacesped, justo en la salida del túnel. Un segundo... Dos segundos... Tres segundos...Cuatro...Cinco...Seis y mi bocina sigue sonando. Por el espejo retrovisor veo como me bracea el maravilloso jardinero en su flamante cortacesped. Supongo que nos da las gracias a mí y a mi compañero de susto el monovolumen negro, por ser buenos conductores y estar muy atentos, porque si no llega a ser así, ahora esa persona estaría muerta; el túnel estaría cerrado; habría un atasco del carajo en la calle Madrid y una furgoneta negra recogería el cadáver del insensato jardinero.

Sinceramente, no pretendo que compartáis mi forma de conducir, ni mi forma de utilizar el claxon, pero últimamente observo entre extrañado y asustado como la gente se deja hacer de todo y ni se inmuta. Lejos de  entender esa forma de actuar como un indicio de gente civilizada, lo que realmente a mi me parece es que esos conductores están actuando mal. La realidad es que tanto si el que nos hace la pirula esta distraido y no nos ha visto, como si nos la esta haciendo adrede, se merecen el claxonazo igualmente. Primero para evitar el accidente, que esto es para lo que fundamentalmente sirve la bocina, segundo para llamar la atención del resto de conductores, sobre el estupendo espécimen de conductor pirulesco y finalmente para que le moleste el ruido al infractor, quedando grabado a fuego ese momento en su cabeza de chorlito. 

Lógicamente, he de reconocer que alguna que otra vez me han dado un sonoro bocinazo a mí. No, de verdad, no han sido muchos, pero alguno que otro me he llevado. No obstante los claxonazos que recuerdo me los merecí de sobra y creo que cumplieron su cometido: Despertar mi atención inmediatamente.

Siempre y cuando no haya ningún hospital cercano y no sean más de las diez, considero necesario volver a utilizar el claxon. Ejercer nuestro derecho de queja ante las infracciones que nos rodean. Despertar a los dormidos al volante. Enseñar a conducir a unos cuantos a base de decibelios bien distribuidos. No obstante si a pesar de todo, mañana, otro jardinero con su flamante cortacesped cruza a la salida de un túnel, siempre nos quedará el tío la vara. ¿Alguno tiene el teléfono?

martes, 13 de abril de 2010

Mis amigos se quedarán, como poco, sorprendidillos con el siguiente video.



Ocurre que yo personalmente, junto con varios de mis amigos, protagonizamos dicha obra de teatro en 1990 aproximadamente.

lunes, 12 de abril de 2010

El momento lógico es ahora, sin duda.

Uno podría preguntarse, ¿y por qué ahora? Podría hacerlo, pero solamente en el caso de ser tonto de remate. Dura conclusión, pensareis; pero no por ello menos acertada.

Es que en este momento de mi vida por el que navego, este momento tas denso cual rezumante chapapote, es tan duro y estresante que no me extraña; es sin duda alguna el momento adecuado. Uno las observa en los demás y piensa, ¿pero cuándo? ¿Pero por qué? Y claro, lógicamente no lo sabes, a no ser que conozcas personalmente al dueño de las mismas. Lo más probable es que al conocer su vida, no te asalten esas dudas y consideres razonable tanto la cantidad, como su tonalidad.

Y es que atravieso, sobrevivo como puedo, respiro a duras penas un momento de mí vida de los que hacen mella. Se dice, se comenta, que incluso hay quien no supera este tipo de vicisitudes, quedando para siempre marcado con un tono de gris. No solo fuera, visible, si no lo que es peor aun; dentro, en lo más profundo del alma.

Tengo la suerte, o la desgracia, de haber pasado a lo largo y ancho de mis treinta y tres añitos por épocas de chapapote y cambios, que otros, viviéndolos desde fuera, han valorado como tremendas experiencias vitales.

Mi padre ha muerto hace dos meses; mi madre padece trastorno bipolar; padezco psoriasis en el sesenta por ciento de mi piel y soy feliz.

Sí, lo habéis leído bien. Lo soy aunque comiencen a aparecer canas en mi cabello. Bienvenidas. Está claro que me las merezco.

Nevadas invierno 2004-2005