Caos volcánico

Miles de vuelos cancelados, miles de vidas afectadas, miles de reuniones truncadas por un volcán de nombre impronunciable que me niego a escribir por miedo a que se me enganchen unos dedos con otros.

¿Cómo es posible que un organismo como Eurocontrol, que se supone fue creado para controlar la seguridad de los vuelos, haya terminado creando un caos total en los aeropuertos de medio Europa? 

La respuesta es muy difícil de encontrar, aunque estoy seguro de que en breve se pedirán muchas explicaciones; incluso creo posible ver alguna que otra cabeza rodando.

La realidad de esta situación es que si bien es cierto que dicha nube volcánica es capaz de parar todos los motores de un avión, pulirle todas las pegatinas y rasgarle los remaches, no creo que provoque los mismos efectos a 50 kilómetros del volcán que a 5000. Es algo que suena evidente, pero que parece que Eurocontrol no ha tenido en cuenta. Si nos ponemos a perseguir nubes volcánicas por el planeta, resulta que todo el espacio aéreo debería ser permanentemente cerrado al tráfico. Así de crudo. Todo sin dejar ni un solo avión en el aire. Y es que resulta que puede haber ceniza volcánica de forma habitual en cualquier porción del espacio aéreo mundial. De hecho la nubecita de marras que tan de cabeza trae a medio Europa no va a desaparecer en meses.

 http://www.metoffice.gov.uk/aviation/vaac/data/VAG_1271655414.png
Lo que hará es esparcirse y mezclarse mientras interactúa con las diferentes masas de aire. Habrá atardeceres maravillosos y más facilidad para que se forme granizo allá donde se creen tormentas.

Por lo tanto de nada sirve coger un modelo, calcular donde está cada partícula y cerrar el trafico por si acaso. Es evidente que esto no a va a funcionar si nos ponemos en plan riguroso. Entiendo que a muchos esto les suene duro, pero como piloto privado y por lo tanto conocedor del mundillo de la aviación: La aviación no es del todo segura. Sssssshhhh. Trate de leer el texto en voz bajita si alguna persona aprehensiva con miedo a volar esta cerca de usted y mantenga ese tono de voz de aquí en adelante.

Los medios de comunicación bombardean al ciudadano las consignas básicas diariamente. Una de ellas es que la aviación es el medio de transporte más seguro. No tengo intención de cuestionar esto, pero no es incompatible con lo que trato de transmitir. La aviación no es tan segura como la gente piensa. Todo es cuestión de estadística y probabilidades. En base a estas se duplican y triplican sistemas básicos para evitar que cuando fallen, se lleven a todos los pasajeros por delante. A diario existen incidentes de mayor o menor envergadura que son solucionados en vuelo por los pilotos. Casi a diario ocurren accidentes menores con heridos de diversa índole (http://avherald.com/). Sin embargo es evidente que teniendo en cuenta el número de pasajeros transportados es, de facto, el medio de transporte más seguro. ¿Pero qué ocurre si solo tenemos en cuenta el número de vuelos de cada avión? Pues resulta que entonces las cifras no son tan favorecedoras. Las probabilidades de sufrir un incidente grave suben exponencialmente cuanto más se vuela. Turbulencias, fallos en la instrumentación y sobre todo fallos humanos provocan sustos a diario a cientos de personas en todo el mundo. La mayoría de las veces los pasajeros ignoran que ha ocurrido un incidente. Los pilotos no suelen contar a los pasajeros los pormenores a no ser que los pasajeros se hayan percatado del problema.

Mi padre, que voló por medio mundo, me contó varios incidentes, pero el más reseñable es un aterrizaje de emergencia en el que los pilotos avisaron al pasaje de la necesidad de aterrizar, porque se había parado un motor de los tres que dispone el DC-10 en el que viajaba. Tras el aterrizaje de emergencia en el aeropuerto más cercano, el piloto avisó a los pasajeros que en realidad habían aterrizado con un solo motor. Un motor de tres. La realidad es que la mayoría de las veces los pasajeros ni se enteran de que los pilotos están sudando la gota gorda detrás de la puerta cerrada de la cabina.

La realidad es que la aviación comercial tiene muchas lagunas que mejorar. Nadie recuerda ya el avión de Air France desaparecido en medio del océano. Conociendo como sé, en qué circunstancias se producen los vuelos transoceánicos, lo que me extraña es que no desaparezcan más aviones. Resulta que los aviones pierden cualquier referencia y comunicación con tierra durante horas de vuelo. Y durante estas horas de silencio, los aviones se guían por la misma navegación inercial que se invento para la aviación comercial al principio de los tiempos. Mientras usted conduce su flamante coche con la inestimable ayuda de un GPS último modelo, el piloto lleva en la cabina uno que es inoperativo. Lo lleva ilegalmente la mayor parte de las veces, porque no está dentro de la normativa de aviación civil. El GPS es un sistema militar y como tal no tiene cabida en los procedimientos de vuelo normalizados, por lo tanto aunque el piloto, ayudado por dicho instrumento, sepa que su vuelo se ha desplazado 130 kilómetros de la ruta, no podrá corregirlos puesto que los instrumentos del avión no se comunican con dicho GPS. Dicho de otro modo, seguirá volando fuera de su ruta, rezando para no encontrarse con otro avión, hasta contactar con el control de tierra y comunicar dicho desfase.

Volviendo al tema central, creo que es conveniente que se revise el protocolo de actuación en caso de actividad volcánica, porque si bien es cierto que se debe vigilar bien de cerca el cielo por el que volamos, creo que para sufrir un incidente debido a ceniza volcánica es necesario una determinada densidad de ceniza en el aire y esto es lo que no se ha tenido en cuenta. Si se estudia la densidad de ceniza volcánica, se verá donde es mas probable que provoque problemas y donde menos. Allá donde menos probabilidades de problemas existan se debe volar, o eso o la aviación comercial se va al garete y con ella los restos de la economía Europea.

De hecho durante el fin de semana, se han realizado vuelos de pruebas por parte de varias compañías aéreas y ninguno ha tenido ni la más mínima incidencia de vuelo. Mientras tanto los pasajeros se aberronchan contra el rocaje vivo en los suelos de las terminales.

P.D. La próxima vez que voléis fijaros en la cara de vuestros pilotos después de aterrizar. Si hay sudor en sus frentes, algún tipo de risa floja, quizás algún abrazo entre ellos o aun peor, varios libros muy gordos abiertos incluyendo uno de color rojo… Ssssshhhh, no se lo cuente a nadie, pero acaba de vivir un incidente silencioso. Uno de tantos.