Estos son algunos de mis videos de mi canal "cheluprimo" en YouTube

Nuestro sol en tiempo real

Nuestro sol en tiempo real
Foto sonda espacial SOHO-NASA

Vuelo por la llanada

domingo, 18 de abril de 2010

Intervención

Se levanto a eso de las tres de la tarde. Le dolía todo el cuerpo, como es lógico después de catorce horas de sueño. Cuando se metió en la ducha, al enjabonarse comprobó que una vez más le dolía el cuello. “Tengo que cambiar de almohada, de hoy no pasa”. Todas las mañanas pensaba lo mismo, y sin embargo nunca lo hacia.

Comenzó a limpiar los restos de la fiesta de la noche anterior. Tenía vagos recuerdos de la última hora, pero eso era ya algo habitual. “Ninguna fiesta es buena sin alguna que otra laguna”. Así pensaba ella. Eso era lo normal.

Mientras limpiaba el baño, encontró un condón dentro de la taza y pensó: “Vaya, finalmente lo hicieron. Y mira tú por dónde, que no se les ocurre otro lugar donde tirarlo que en el único sitio en el que flota; menuda ocurrencia” Lo cogió con la mano y tiró de la cadena. “Je, je, alguien tubo un gatillazo anoche” Pensó mientras miraba aquel trozo de látex vacío. Se lo llevó a la cocina con el brazo estirado hacia delante y con un trozo de papel higiénico en la otra mano para que no gotease.

Cuando tiró el condón a la basura, sintió algo que habitualmente solo sienten las mujeres. Alguien le estaba mirando el trasero. “No le culpo, quizás debería haberme puesto algo menos sugerente que este tanga al salir de la ducha”. Pero cuando giró la cabeza hacia la ventana, no vio a nadie.

Vivía desde hacia dos años en esa casa. Era una vivienda unifamiliar, como la describió el propietario. Un criadero de termitas adosado a la casa de los “Monster” era como lo describiría ella, si alguien le preguntase. Solo tenía un piso, mientras que todas las demás de aquella calle, tenían como mínimo dos e incluso dos y ático. Pero la casa que tenia enfrente, la de los “Monster”, era un caserón abandonado de tres pisos que alguna vez había sido una verdadera mansión con estilo.  En todos los ventanales excepto el que daba al porche, se veía aquella casa digna de un libro de Stephen King. Al lado contrario estaba el garaje, así que no había ventanas.

Aunque no era habitual en ella, se sintió avergonzada de ir por la casa en tanga y sujetador así que fue al armario y se puso una camiseta. Cuando se miró al espejo que estaba en la puerta de su habitación, volvió a sentir esa sensación. Giró su cabeza y...

Solo vio moverse las cortinas, pero para ella eso era suficiente. Se había sentido observada toda la mañana, y ahora por fin veía que estaba en lo cierto. Alguien la miraba a través de aquellas cortinas. Lo más inquietante era que nadie vivía en la casa de enfrente desde hacia tres años...

Se sintió ofendida al darse cuenta que alguien la había admirado mientras limpiaba la casa en paños menores, así que añadió unos vaqueros a la camiseta y se calzó unas deportivas, antes de salir corriendo por la puerta de la entrada. Estaba dispuesta a conocer al mirón y a decirle cuatro palabritas, que aun buscaba en su cabeza.

Aquella noche tenían muchos planes. A ella le gustaba tanto planear la noche del sábado. Gozaba de cada minuto que pasaba al lado de su querido... profesor. A él no le gustaba que le llamara así. Quizás se sentía culpable por tener esa relación “demasiado profunda” con una alumna. Pero a ella le hacia gracia ver como se enfadaba al llamárselo, así que lo hacia siempre que lo quisiera hacer rabiar.

Casi siempre hacía planes para salir por ahí, a cenar, o a algún antro de aquel aburrido pueblo. Pero él siempre conseguía convencerla de que se quedaran en casa. Le daba miedo pasear por ahí del brazo de una alumna. Aunque la alumna ya no era tal cosa desde hacía tres años, cuando la expulsaron del instituto por pegarle un puñetazo al director. “Me intento meter mano” defendió ella cuando la interrogaron. Pero no consiguió que la creyeran. Así acabo su vida de estudiante y comenzó su vida de amante de su querido profesor de historia. Antes de aquel incidente en el despacho del director, ella había conseguido ser la comidilla de todos los corros del instituto porque se veía a la legua que había algo entre ellos. Quizás porque era tan evidente, el director comenzó a acercarse a ella sospechosamente, y en menos que canta un gallo se encontró en su despacho con las sucias manos de aquel baboso entre sus piernas, a lo que ella contestó con un puñetazo tipo Mike Tyson en sus mejores tiempos. Nariz rota, sangre por doquier y una inoportuna profesora entrando por la puerta, para quedarse estupefacta ante tan novelesca escena.

Pero aquello era una historia del pasado. Hoy había conseguido convencer a su profesor para salir de verdad. Aunque para hacerlo tuvieran que viajar antes trescientos kilómetros para que él se sintiese tranquilo. Al caer la noche saldrían como prófugos de ese maldito pueblo de hipócritas para dirigirse a la ciudad, donde sentirse algo más anónimos; algo menos observados. Aunque nunca imaginarían convertirse en héroes aquella noche.

Caminaba, o más bien corría decidida hacia la entrada de la mansión, pero al subir las escaleras del porche un gran escalofrío recorrió su espalda, como un latigazo eléctrico. La puerta estaba cerrada a cal y canto, tablas claveteadas incluidas. Luego recapacitó y pensó en la puerta trasera. “Toda mansión como esa, debe de tener al menos una puerta trasera”. Pero antes de seguir buscando una entrada no pudo resistirse a mirar a través de un hueco entre dos tablas, en lo que originalmente era una ventana. Polvo, telarañas, muebles desvencijados... Vamos, la mansión de los Monster. O como poco la casa de Casper, pero desde luego ninguna araña, ni mucho menos un fantasma con cara de golosina, la impedirían darle un par de bofetadas al mirón.

Bajó las escaleras del porche y rodeó la casa buscando una entrada. En la parte de atrás había unas escaleras que bajaban a lo que parecía un sótano. La puerta estaba abierta, así que sin cortarse un pelo bajó las escaleras y entró en aquella mansión sin pensarlo dos veces. Craso error.

Según puso un pie en el sótano alguien cerró la puerta y otro alguien le puso algo en la boca. “Dos hijos de puta” pensó. “Con uno quizás tendría posibilidades, pero la puerta se ha cerrado tres metros detrás de mí, a la vez que me han puesto el trapo en la boca. Así que son dos hijos de puta” Fue lo ultimo que pensó, antes de desmayarse a causa del cloroformo del trapo.

Llevaban dos horas de viaje y hacia un rato que se les había acabado la conversación. No es que su queridísimo profesor fuera aburrido, pero a veces tenía que sacarle las palabras con sacacorchos. Quizás por eso le gustaba hacerle rabiar llamándole profesor en voz alta. Sabia que así conseguía hacerle hablar, y de lo lindo además. Aunque a veces terminaban discutiendo de verdad gracias a la provocación de ella. Estaba a punto de hacerlo de nuevo, cuando se le ocurrió mirar por la ventanilla. Pero no una mirada superflua como la mayoría de la gente hace. Miró de verdad, con el corazón, y se maravillo de la cantidad de estrellas que brillaban aquella noche de verano.

Llevaba dos minutos haciéndolo, cuando algo parecido a una estrella fugaz creció demasiado para serlo y se coloco con brillantes colores encima de ellos.

- Es normal eso.- Le espetó ella mientras miraba por la ventana del coche, forzando el cuello para mirar hacia arriba.
- ¿El qué? – contestó él, mientras agachaba la cabeza frente al volante, para poder mirar hacia arriba por el parabrisas.

No vio nada, pero en cambio sintió algo raro en el coche. “Quizás haya sido mi imaginación”, pensó, “pero por un momento creí haber visto una luz roja en el salpicadero.”

- ¡Dios! ¡Eso no es una estrella! ¿Es posible que no la veas?”

Pero no eran imaginaciones suyas, la luz roja volvió al salpicadero y a la vez el automóvil comenzó a dar tirones, pero ella parecía ignorar totalmente los problemas del motor, no dejaba de mirar hacia el cielo y cada segundo le parecía que aquel objeto era más grande.

El motor siguió dando tirones durante cien metros para finalmente pararse por completo. Él no dejaba de concentrarse en el coche, quizás tenia miedo de mirar por la ventana y enfrentarse a lo que tanto la asustaba a ella. Cuando el coche se hubo detenido, él intentó arrancarlo un par de veces, pero no consiguió sacar ni el más mínimo sonido del motor de arranque, así que tuvo que desistir. Miró a su derecha y ella ya había salido del coche, la puerta estaba abierta. Estaba a unos metros del vehículo, iluminada por una especie de luz que cambiaba lentamente de color, entre el verde y el amarillo. La escena le impactó tanto que se quedó inmovilizado por el terror. Ella parecía paralizada por aquella luz, la expresión de su cara no era de miedo. Era una expresión neutra. Quizás era tan neutra que a su vez conseguía asustarle a él.

Finalmente, sin saber cuanto tiempo llevaba observando eso, reaccionó y salió del coche. Corrió hacia ella y sin mirar a la luz la agarró por los hombros y la zarandeó para hacerla reaccionar. Consiguió su propósito, ella le miró asustada y él le pasó el brazo por el hombro y la empujó a correr. No sabía hacia donde, pero sabía que quería correr. Acabaron dentro de un bosque, subiendo a través de él por una colina pronunciada que les hizo sudar. Pero cada vez que se paraban y miraban atrás, observaban aterrorizados como varias luces se dirigían hacia ellos por entre los árboles. No oían ningún ruido. Solo veían esas luces de varios colores hacer movimientos extraños entre los árboles, se daban la vuelta y comenzaban a correr colina arriba de nuevo.

Como conseguiría salir de esta. Su mente no paraba de trazar planes, pero ninguno bueno. A veces parecía incluso delirar. Se pregunto si tendría fiebre, o quizás seria la droga que le habían dado. Sí, seria eso lo que no le dejaba razonar con tranquilidad en esa situación tan desesperada. Por un instante su mente lo tenia muy claro, incluso llegaba esa sensación de felicidad, que llega cuando resuelves un problema importante. “Por que no levantar la tapa simplemente. Empujar la tapa y salir de allí. Es fácil no.” Pero instantes después la mente racional reaccionaba y volvía a la cruel realidad. Golpe de adrenalina incluido, al darse cuenta que no iba  a ser nada fácil salir de aquella caja de muerto. Y aquel olor a tierra húmeda era cada vez más intenso, aplastantemente intenso. Su mente divagaba. A veces estaba lucida y a veces parecía soñar despierta. Finalmente consiguió hilar dos pensamientos seguidos y recordó como había llegado ahí. Recordaba vagamente haber bajado las escaleras. Y que alguien le pasaba el brazo desde atrás y luego aquel olor intenso. Después de eso solo tenía pequeñas escenas de algo horrible. Era mucho peor que una laguna típica de una noche desenfrenada de alcohol. A pesar de no recordar muchas cosas de alguna noche, siempre quedaba algún que otro detalle que la tranquilizaba. Que le decía que no había ocurrido nada malo. Pero aquellos detalles que ahora salían de su atontado cerebro no eran nada tranquilizadores. Recordaba dolor. Recordaba ataduras en sus muñecas y un colchón podrido y húmedo en su espalda. Recordaba una violación. Su violación. Entonces comenzó a llorar. Pero solo una lágrima corrió por su mejilla, y cuando esta llegó deslizándose hasta la oreja, se oyeron unos sollozos. Sin embargo no era ella la que sollozaba. Ella estaba llorando en silencio.

Un golpe de adrenalina terminó por despertarla, dejó de llorar y subió como pudo su dolorida mano hasta la cara para secarse la lágrima. Prácticamente dejó de respirar para poder escuchar. “¡Sí!” Pensó. Estoy oyendo sollozos. Y si no me equivoco, es una mujer la que esta llorando. Se puso a gritar desesperadamente de inmediato.

Llegaron a lo alto de la colina sin aliento, pero no dejaron de correr. Ella no miró hacia atrás después de llegar arriba, pero él si lo hizo y no vio nada. Ninguna luz extraña. Sin embargo ahora era ella la que tiraba de él, mientras él miraba hacia el bosque, que también se había acabado al terminarse la subida. Corría casi de espaldas y se cayó un par de veces pero ella le ayudó a levantarse y siguieron corriendo. Finalmente llegaron a lo que parecía una tapia y se agacharon tras ella.

- ¡¿Qué narices era eso?! ¡¿Y que querían de nosotros?! – preguntó ella
- ¡Y yo que sé!- contestó él mientras aclaraba sus ideas.

Ella se le abrazó y comenzó a llorar. Él pensaba en que era cierto, parecía que aquellos seres con sus luces, querían algo de ellos. Pero qué. De repente ella dejó de llorar. No fue algo progresivo. Fue algo brusco. Paró de sopetón y se deshizo del abrazo. Se levantó y dijo:

- ¿Has oído eso?
- No. A que te refieres. – preguntó él buscando desesperadamente luces.
- Sssshhh. Escucha

Los dos callaron y escucharon la noche durante unos segundos. No tardó mucho en oírse de nuevo lo que la había asustado. Gritos. Eran gritos. Estaban bastante apagados pero alguien gritaba.

Se levantaron y miraron, pero no hacia el bosque que habían dejado detrás de la tapia, sino tras de ellos. Y vieron una mansión horrible, “digna de un libro de Stephen King”, pensó él. Pero aun era más horrible lo que había entre ellos y la mansión. Había un montón de tierra, claramente removida y una pala clavada en él. ¡Y los gritos venían de allí! Por alguna razón desconocida, él vio todo claro en ese momento. Entendió lo que buscaban los seres. Supo que debían llegar allí. Cogió la pala y comenzó a cavar, y ella hizo lo mismo con las manos desnudas.

Cinco minutos después llegaban  a un ataúd, y tras quitar la tierra que quedaba, el ataúd se abrió por si solo. “Digno de una escena de película de terror” pensó ella, y sin embargo no entendía por qué, no estaba asustada. Del ataúd salió una chica joven de la edad de ella. Estaba desnuda, a pesar de que a sus pies había un pantalón vaquero y una camiseta. Se levantó y dijo medio sollozando:

- ¿Cómo me han oído? ¿Qué hacían en este jardín?
Los dos la ayudaron a salir del socavón mientras él sonreía diciéndole:
- Si supieras quien nos ha llevado hasta ti, nunca lo creerías.

1 comentario:

  1. ¿Asi que eres aficionado a escribir? ¡Pues mira yo a leer! tú escribe que yo ya leeré. Este ha estado bien mantiene la intriga (cosa que me gusta)

    ResponderEliminar

Nevadas invierno 2004-2005